-Oscar Sierra Quintero©
Cada
año son detectadas en nuestra galaxia entre 10 a 12 explosiones de estrellas
"novas" y "supernovas" (y un poco más en las galaxias cercanas).
Estas son estrellas que explotan repentinamente, bien por su enorme masa y
tamaño o bien porque, en sistemas binarios, una de ellas hala demasiada materia
de la otra, haciendo explotar su núcleo por el enorme peso adicional el cual llega a generar altísimas temperaturas.
Una
explosión "nova" ("estrella nueva") o "supernova"
-de mayor magnitud- es uno de los acontecimientos cósmicos más catastróficos
que se puedan dar en el universo por cuanto una explosión tan descomunal genera brillos en una intensidad miles de
veces a la de la misma galaxia donde ocurre ese cataclismo. Y las enormes
presiones y temperaturas que se generan en este violento acto, provocan la
creación prácticamente instantánea de los elementos más pesados de la tabla
periódica a partir del helio y el hidrógeno tales como calcio, oro, platino,
hierro, carbono, plomo, cobre, zinc,
uranio etc.
Este
tipo de explosiones traen como consecuencias adicionales una elevada emisión de
radiaciones y letales rayos cósmicos de alta energía que se esparcen en muchos
años luz a la redonda los cuales, naturalmente, van perdiendo su intensidad a
medida que se alejan del foco de la explosión.
Si sucediera una explosión nova a una
distancia no menor de 30 años luz de la Tierra, se volatizaría la capa de ozono
de nuestro planeta y su superficie sería totalmente esterilizada, borrando todo
vestigio de vida.
Lo
curioso es que en los aproximadamente 3 mil millones que lleva de existir la
vida en nuestro planeta no haya ocurrido una explosión nova (0 supernova)
dentro de ese radio de los 30 años luz.
En
el año 1.054 los astrónomos chinos registraron una explosión supernova en la constelación
de Tauro cuyo intenso brillo se pudo ver a plena luz del día y se mantuvo
visible durante 22 meses. Esa explosión dejó como remanente una nube de gas en
expansión (con una pequeña estrella pulsar en su interior) que hoy día se puede observar a través de un
potente telescopio y se le conoce con el nombre de “Nebulosa del cangrejo” (también
conocida como M1, NGC 1952, Taurus A y Taurus X-1). Afortunadamente para
nosotros, esta explosión ocurrió a una distancia de 6.300 años luz de la
Tierra.
En
el año 1572 es astrónomo danés Tycho Brahe registró una explosión supernova en
la constelación de Casiopea. Su brillo fue equivalente al del planeta Venus
pero, de nuevo para fortuna nuestra, este cataclismo cósmico ocurrió a una muy
segura distancia de 3.500 años luz.
La
estrella super gigante roja Betelgeuse ubicada en la constelación de Orión, es
una muy segura candidata a convertirse en estrella nova o super nova en un periodo
de tiempo relativamente breve (entre el día de hoy y unos miles de años en el
futuro). Este monstruo estelar se halla a una distancia “media” de la Tierra:
643 años luz. Por su relativamente corta distancia y el enorme tamaño de esta
estrella (905 millones de kilómetros de diámetro) el brillo de su explosión en
super nova sin duda será el más impresionante jamás visto en la Tierra,
alcanzando en la noche la intensidad de la Luna llena. La distancia que nos
separa de Betelgeuse protege a nuestro planeta de una catástrofe, pero aún así
permitirá la llegada a la Tierra de una alta cantidad de neutrinos que pueden
generar mutaciones y cambios genéticos en algunas formas de vida, incluida la
humana.
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