--Oscar Sierra Quintero©
Con el último vuelo del programa Apolo
se cerró un primer capítulo en la historia de la Era Espacial, en el cual las
dos superpotencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial, los EEUU y la URSS,
se enfrascaron en una dura y desesperada competencia por el dominio del espacio
exterior; competencia que tenía mucho que ver con su pugna en el plano militar
y Ia llamada "guerra fría" surgida entre ellas después la contienda mundial.
A partir de entonces y abandonando ya el interés en Ia Luna (meta final
de esta primera etapa competitiva espacial), tanto los EEUU como al URSS se
abocaron a nuevos proyectos los cuales, a un comienzo, marcharían paralelos y
casi al unísono, con la construcción de estaciones orbitales permanentemente
habitables como los complejos Soyuz-Saliut-Cosmos
de los soviéticos y la Skylab de los
norteamericanos. Posteriormente y tras una tímida intentona de cooperación espacial
entre los dos grandes rivales, con la misión, conjunta Soyuz-Apolo en 1975 y la prematura caída a Tierra de la estación Skylab en 1979, los proyectos soviéticos
y norteamericanos tomarían, en lo sucesivo, caminos diferentes.
La nueva propuesta norteamericana.
Así, mientras los soviéticos se concentraban en la construcción de
estaciones orbitales cada vez más espaciosas y complejas, con el fin de llevar
a cabo investigaciones a largo plazo en condiciones de microgravedad,
destinadas a desarrollar nuevas tecnologías y a
preparar un futuro viaje tripulado a Marte, los norteamericanos se
decidieron, en 1972, por el desarrollo del proyecto de los primeros vehículos
espaciales reutilizables con forma de avión (*ver
notas complementarias al final) tanto para disminuir los costos de los
lanzamientos llevados a cabo por medio de naves y cohetes que se desechaban
totalmente con cada misión, como por llevar a la astronáutica a una nueva etapa
de evolución tecnológica por medio de un vehículo espacioso, versátil, práctico,
reutilizable y multifuncional, sin precedentes en la historia de la carrera
especial.
El proyecto de la lanzadera espacial toma forma
Basados en la experiencia dejada por el programa Dyna Soar (que data de 1958 y que se abandonó en 1963 por considerarse
superfluo en esos momentos); por el programa de los de aviones cohete X-1 a
X-15 (desarrollado en los años 60) y finalmente por el programa experimental de
los aviones cohete para la investigación
de cuerpos sustentadores (desarrollado
también durante los 60), finalmente tomó forma
y se materializó el proyecto del Space
Shuttle, conocido también con el nombre de Lanzadera Espacial.
Este proyecto se estructuró, en sus etapas finales, en un orbitador o
transbordador espacial propiamente dicho, dos cohetes aceleradores de pólvora
y un propulsor central desechable, de combustible liquido. El conjunto de la Lanzadera Espacial partiría de la Tierra como un cohete,
maniobraría en órbita como una nave espacial y aterrizaría planeando
suavemente, como un avión común y corriente.
El proyecto fue aprobado por el presidente Richard Nixon el 5 de enero
de l972, como un sistema de transporte general, sin una finalidad concreta.
Inicialmente se había previsto que ésta habría de servir para el transbordo de
personal, equipos y suministros para una futura estación orbital
norteamericana*. Al aplazar los EEUU este último proyecto en forma indefinida,
tuvo que redefinirse la misión especifica de la Lanzadera.
.
Los justificantes
Entonces la NASA se apresuró a argumentar que serviría como sustituto
reutilizable (y por ende, más económico) de los lanzadores (cohetes)
tradicionales, todas ellos desechables. Como veremos más adelante, este
argumento llegaría a carecer de una validez práctica. La justificación final,
que vendría como anillo al dedo, fue el del laboratorio espacial Spacelab, propuesto por la NASA a la Agencia Espacial Europea (ESA ) --y
aprobado, financiado y construido por la misma--- consistente en una especie
de pequeña estación orbital de misiones cortas, que sería transportada al espacio
dentro del compartimiento de carga del transbordador, en la cual se llevarían a
cabo operaciones industriales destinadas a la fabricación de cristales de alta
pureza, aleaciones metálicas de resistencia excepcional, y productos
farmacéuticos novedosos, todos ellos sólo posibles de manufacturar en
condiciones de microgravedad; labor que ya venían realizando los soviéticos en
sus estaciones orbitales y que temporalmente habían realizado los mismos
norteamericanos en su estación Skylab.
En su espacioso compartimiento de carga (de 18.3 metros de largo por 4.6
metros de ancho) el transbordador llevaría al Espacio --además del Spacelab-- satélites de todo tipo,
sondas interplanetarias, telescopios astronómicos y equipos para una futura
estación espacial. De regreso traería a Tierra, para su reparación, costosos
satélites averiados, cuando no (y de acuerdo con las circunstancias) estas
reparaciones se llevarían a cabo en el mismo espacio, en su compartimiento de
carga o cerca de él, por medio de un brazo mecánico atrapador de satélites, acondicionado para ello. Muchas
empresas de comunicación alquilaron entonces espacios a la NASA para enviar o
darle mantenimiento a sus satélites.
El Space Shuttle entra en escena
Pese al optimismo que generaba el ambicioso
proyecto, este estuvo plagado, desde un principio, por incontables obstáculos
de diversa índole, se produjeron costosos errores y hasta hubo accidentes
fatales, los cuales no desviaron a los responsables de la NASA de sus
propósitos iniciales. Fue así como el 12 de octubre de 1977 se probó, en la
baja atmósfera, el primer modelo de transbordador espacial, bautizado con el
nombre de Enterprise (por sugerencia
del público, en honor a la famosa serie de televisión Star Trek). Lanzado desde el lomo de un Jumbo 747 en vuelo, el Enterprise
iba tripulado por los astronautas Fred Haise y Gordon Fullerton. Posteriormente
se realizarían cuatro pruebas más de vuelo libre, la última de las cuales se
llevó a cabo en 26 de octubre de 1977.
Por fin, el 12 de abril de 1981, el primer transborador espacial
propiamente dicho, el Columbia (primero de una futura, flota de cinco) levantó
vuelo hacia el Cosmos desde la base de Cabo Kennedy, llevando a bordo a los
astronautas John Young y Robert Clipper; en un primer vuelo de ensayo que
culminó dos días después, con un exitoso aterrizaje en la pista 23 de la Base
Edvvards, en California, inaugurando de esta forma lo que muchos consideran
como la Segunda Era Espacial. En este
vuelo, se demostró la versatilidad del nuevo y flamante vehículo, no obstante
que experimentó el desprendimiento de varios mosaicos cerámicos, de los 30.922
que lo protegen de las altas temperaturas a las que se expone durante su
reingreso a la atmósfera.
El estrellonazo con la dura realidad
En los vuelos subsiguientes, llevados a cabo tanto por el Columbia como por los nuevos
transbordadores que sucesivamente fueron entrando en servicio (Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour), se fue poniendo en evidencia
lo desacertado de los entusiastas pronósticos iniciales con relación al
supuesto abaratamiento de los costos de lanzamiento. La experiencia vino a
demostrar que, más que un “camión espacial" (como en su momento lo llegó
a calificar el astronauta Neil Armstrong), el transbordador espacial resultó ser un vehículo complejo y
sofisticado, comparable con un automóvil supermoderno y lujoso, cuyos costos
de servicio ascendían a los cuatro mil dólares por cada libra de carga útil
llevada al espacio en su compartimiento (seis mil si se sumaban los costos amortizados
de su construcción), contra los tres mil dólares por libra que costaba enviar equipos
al espacio por medio de los viejos cohetes fungibles.
Por lo mismo en lugar de los 50 viajes anuales inicialmente previstos,
se llegó. a un promedio razonable de 12 vuelos por año. Por otra parte, el
argumento de que el transbordador serviría como sustituto de los lanzadores
tradicionales desechables, se estrelló con la triste realidad de que el gran
vehículo, por sus características, sólo podía moverse en órbitas bajas,
ubicadas entre los 185 y los 1.100 kilómetros, no pudiendo desarrollar, de
ésta forma, las tareas que sí podían llevar a cabo los cohetes desechables Atlas-Centaur, Delta y Titán III, los cuales pueden alcanzar
órbitas sincrónicas (o geoestacionarlas), ubicadas a 35.88O kilómetros de
altura, imprescindibles para satélites meteorológicos ó científicos.
Los errores de la NASA
Con todo y lo anterior, la NASA sobre valoró los vuelos del costoso
transbordador y cayó en el error de utilizarlo para el lanzamiento de un gran
número de satélites de todo tipo y condición, llegando a producir un
"cuello de botella"; una “presa" de satélites por salir al espacio.
Por otra parte, los mismos expertos asesores de la NASA advirtieron desde un
principio sobre las limitaciones que tenía el transbordador para proveer la
capacidad de carga necesaria --de
aproximadamente 20 toneladas por cada vuelo- destinada a ayudar a construir y
mantener la Estación Espacial Internacional
(ISS), uno de sus Justificantes más recientes. El faltante en esta labor lo
vinieron a suplir los cohetes fungibles rusos, a costos más razonables. En
estos aspectos, el carguero ruso "Progress"
sin tripulación, ha venido cumpliendo eficientemente, sin mayores riesgos
ni elevados costos, la labor de proveer de recursos, vitales a la Estación Espacial Internacional (ISS)
actualmente en construcción.
Otro craso error en el que cayó la NASA fue su fe ciega en una
tecnología todavía en fase de desarrollo; actitud que la llevó a subestimar
sistemas de seguridad y renunciar a los recursos de salvamento de los astronautas
en caso de emergencia(1). Como consecuencia directa de lo anterior, se produjo
el fatídico accidente del Challenger
en enero de 1986 y del Columbia, 17
años después, en febrero del 2003, con la pérdida de los costosísimos aparatos,
valorados cada uno en 9.500 millones de dólares; y lo que fue más grave y
dramático, produjo la muerte violenta de 14 astronautas en los dos accidentes.
Poco después de la tragedia del Challenger,
el ex-director de la NASA Thomas Paine (uno de los responsables del exitoso vuelo
del Apolo 11 que colocó los primeros hombres en la Luna) opinó que “la pérdida del sentido objetivo de la NASA
había producido la tragedia del Challenger" y agregó que “el programa de la NASA se había
resquebrajado, debido a los pocos avances y a los peligros que venía
enfrentando, permitiendo que, de está forma, la negligencia se introdujera en
el sistema ".
Por su parte, los críticos del programa espacial de los EEUU opinan que
“en el caso de la filosofía general de la
NASA, aún se guía por ofrecer espectáculos espaciales (como el alunizaje de
las misiones Apolo y el mismo transbordador espacial) pero que fracasa en no
enfrentar los problemas básicos de cómo llegar al Espacio de una manera
económica y segura”.
A todo esto se suman los recortes de presupuesto a los que ha estado
sometida últimamente la famosa agencia espacial, además de la desacertada
actitud de sus altos mandos al despedir, en el 2002, a cinco de sus expertos
asesores, los cuales habían advertido sobre los problemas que venía presentando
la flota de transbordadores, lo que hacía inminente una tragedia como la que, una vez
más, volvió a ocurrir un año después, esta vez con la nave más antigua de la
flota, el Columbia.
Llegados a esta altura de los acontecimientos, el programa de los
transbordadores espaciales entra en un nuevo y angustiante compás de espera, lo
que viene a sembrar inquietantes dudas no sólo sobre el futuro Inmediato del
programa espacial norteamericano de vuelos tripulados, sino también sobre el
futuro de la misma Estación Espacial
Internacional (ISS), en estos momentos en hombros de los cohetes de la
debilitada Agencia Espacia Rusa.
***************************
Notas
complementarias:
El proyecto madre
El modelo original de la Lanzadera
Espacial desarrollado por la NASA en 1969, consistía en dos vehículos
propulsados por cohete: un acelerador y un orbitador. Ambas etapas serían
lanzadas verticalmente, propulsadas por motores de impulso controlable. A cierta
altura se separarían y` la tripulación del avión cohete acelerador regresaría a
Tierra, mientras el orbitador continuaría su vuelo propulsado hasta
alcanzar la órbita prevista. En 1970 la
política presupuestaria nacional de los EE.UU. recortó los recursos
inicialmente asignados al proyecto de la Lanzadera Espacial, en unos 5.150 millones de dólares, por lo que, para
bajar costos, se eliminó el vehículo acelerador (del tamaño de un Boeing 747) y
se transformaron los cohetes impulsores; dos de ellos Incluso de combustibles
sólidos, mucho más económicos. Dentro de estos recortes, se prescindió del
sistema de salvamento de la tripulación. EI diseño del orbitador también se
modificó, dándosele su actual configuración de ala delta.
***************************
Una idea tan antigua como la aviación
La idea de un planeador impulsado por cohetes es casi tan antigua como
la de las primeras máquinas voladoras. Las primeras tentativas para desarrollarlos tuvieron
lugar en Alemania durante los años 20. En 1924 Friederich Zander fue el primero
en fundamentar la ventaja que tendría un sistema planeador de descenso desde
el espacio exterior, frente al paracaídas. Un modelo de la nave
"híbrida" de Zander se exhibió en una exposición internacional llevada
a cabo en Moscú, en 1927. El primer estudio conceptual de un avión espacial
reutilizable de despegue y aterrizaje horizontal fue dirigido en Alemania,
entre 1937y 1942, por el físico é
ingeniero Eugen Sanger, ayudado por la matemática Irene Brent. El
proyecto, denominado Bombardero
Antipoidal, consistía en un avión colocado sobre un patín, el cual era
impulsado por un propulsor de pólvora a través de un monorriel 3 kilómetros,
que lo elevaría en un ángulo de 30° a una velocidad de 1.5 mach. Después de
soltar el patín y a una altura de 1.700 metros, el avión encendería sus propios
motores, elevándose a 160 kilómetros de altura. De ahí volvería a la atmósfera
dando una serie de rebotes que terminaría
con un vuelo planeado a una distancia de 23.500 kilómetros del punto de lanzamiento
a sea, prácticamente en las antípodas* (de ahí el término de antipoidal)
dejando caer entonces su carga explosiva. Ante el desarrollo de las bombas volantes V1 y V2,
este proyecto fue desechado por la
dirigencia nazi a mediados de la década de los 40.
*Punto ubicado diametralmente opuesto en la esfera terrestre
con respecto de otro.
0 comentarios:
Publicar un comentario